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Editorial

El Arte de Escuchar

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Con la distracción moderna de los medios electrónicos, tenemos que ser más conscientes que nunca sobre las comunicaciones persona a persona.

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Por Satgurú Bodhinatha Veylanswami

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El sonido se considera como divino en el hinduismo, por lo que es apropiado que el escuchar siempre haya tenido un papel central en nuestra fe. Nuestras escrituras principales, los Vedas y los Agamas, son conocidas como shruti, lo que significa “eso que es escuchado”; ya que originalmente fueron escuchadas por los rishis como una transmisión auditiva directa de Dios. En los inicios de la civilización humana, antes de la escritura, shruti se preservaba fielmente sin alteración (lo que es importante porque esta es la palabra de Dios) por medio de instrucciones auditivas del gurú al shishya. Esto sucedió de generación a generación por miles de años. Considerando el amplio cuerpo de textos, es notable que esto se haya logrado, y aún más notable cuando se sabe que se logró a través de exigir a los estudiantes que aprendieran cada verso en once maneras diferentes, incluyendo al revés.

Afortunadamente, esta forma tradicional de aprender los Vedas y Agamas a través de escuchar aún se práctica en las escuelas actuales de entrenamiento para sacerdotes. En una sesión de aprendizaje típica, el maestro canta un verso una vez, luego los estudiantes como grupo lo recitan dos veces tratando de ser fieles a las sutilezas de la pronunciación y ritmo que escuchan en el canto del maestro. Esto no es algo que se da de vez en cuando. Estas recitaciones se dan por varias horas cada día, todos los días por años y años. Los estudiantes inician desde temprana edad, desde los cinco años, cuando la memoria es fuerte.

Cualquiera que haya visto un gran documental sabe lo poderosa que es la voz humana como un instrumento para la comunicación y para el compartir conocimiento, mucho más efectiva que la lectura. Piensa en las prayachan, las clases populares impartidas por maestros que personalmente han experimentado las verdades que están explicando. En estos discursos dinámicos, el maestro presenta lo esencial de los Vedas, Upanishads y otras escrituras. Quienes escuchan absorben , con todos sus sentidos, estas enseñanzas profundas de alguien que sabe. En este compartir, este hablar y escuchar, se transmite conocimiento sutil del que sabe al buscador; de una manera que no puede igualarse con la lectura. Varios niveles de información se transmiten a través del discurso: inflexión, emoción, énfasis, convicción e indicaciones sutiles.

Mi Gurudeva Sivaya Subramuniyaswami escribió sobre esta idea: “Porque el sonido es la primera creación, el conocimiento se transfiere a través de sonidos de todos tipos. Es importante que uno escuche las más altas verdades de un sampradaya de alguien que las ha comprendido. Las palabras, claro, serán familiares. Han sido leídas por el devoto literalmente cientos de veces, pero el escucharlas de la boca de un rishi iluminado es absorber una realización no hablada, ya que se da cuenta de su realización mientras las lee y las habla”.

Me gusta pensar en el escuchar como un arte. La idea es que para comprender completamente el tema que se presenta se requiere poner atención al orador y concentración en el significado de lo que se está diciendo. Para un tema místicamente profundo, también se requiere intuición para entender profundamente lo que el orador quiere decir, un significado que va más allá de sus palabras. Cuando están presentes la atención, concentración e intuición; el escuchar se convierte en un arte.

Esto es tan verdad hoy como lo era hace 2,200 años cuando el tejedor de una aldea escribió la obra maestra en ética: el Tirukural. Dedicó un capítulo completo, diez pareados, al “Aprender mediante escuchar”.

En el Cielo, las Deidades se nutren de los fuegos sacrificadores. En la Tierra, el hombre que se agasaja escuchando son sus iguales.

La más preciosa riqueza es la riqueza que se adquiere por el oído. De hecho, de todas las riquezas, esa riqueza es la suprema.

Si no es atravesado por un escuchar agudo, los oídos pueden oír y aún así permanecer sordos

Como todos sabemos, el arte de escuchar enfrenta un nuevo reto en nuestra era moderna: la distracción digital. Las computadoras, los teléfonos móviles, y el flujo constante de estímulos que ofrecen, ponen a prueba la capacidad de todos de concentrarse, escuchar y aprender. Un artículo del New York Times llamado “Crecer Digital, conectado para la distracción”, abordó este tema:

“Los investigadores dicen que el atractivo de estas tecnologías, aunque afecta también a los adultos, es particularmente poderoso para la gente joven. El riesgo, dicen, es que los cerebros en desarrollo pueden habituarse más fácilmente que los cerebros adultos a cambiar constantemente de tareas, volviéndose menos capaces de mantener la atención. ´Sus cerebros son recompensados por no quedarse en una tarea sino a brincar a la siguiente cosa´, dice Michael Rich, un profesor asociado en la Escuela de Medicina de Harvard y director ejecutivo del Center on Media and Child Health in Boston. Y los efectos pueden ser permanentes: ´La preocupación es que estamos criando frente a pantallas a una generación de niños cuyos cerebros van a estar conectados de una manera diferente´.”

Eso fue escrito en 2010. Desde entonces el número de usuarios de teléfonos inteligentes, sólo en Estados Unidos, se ha triplicado. En cualquier lugar público, parece que todos portan un teléfono y accede a él con frecuencia. Puede llamarse una adicción al aparato.

El artículo del Times menciona que los investigadores han encontrado que el uso de la tecnología por parte de los estudiantes no es uniforme. Sus elecciones tienden a reflejar su personalidad. Quienes son muy sociales tienden a usar mucho los mensajes de textos y son usuarios de Facebook, Twitter e Instagram. Los estudiantes que son menos sociales pueden escaparse a los juegos; mientras que los inquietos o aquellos que suelen dejar las cosas para después pueden navegar en la red o mirar vídeos.

El hogar hindú es afectado significativamente por la distracción electrónica. Importantes enseñanzas hindúes, sus principios, historias y ética; tradicionalmente se transmite a los jóvenes por sus abuelos. Los padres comunican lo que se requiere para que sus hijos adolescentes entiendan los nuevos deberes hacia los que están madurando. Los padres también, de manera regular, comparten información acerca de los acontecimientos actuales de la familia y planes futuros. Toda esta comunicación persona a persona se dificulta cuando los miembros de la familia voltean constantemente hacia su mundo digital y paran de tener conversaciones significativas entre ellos. Una imagen común en estos días es la familia sentados juntos con cada miembro obsesionado en su teléfono o tableta, sin que hablen o escuchen. A pesar de que comparten el mismo espacio, sus mentes estén en otro lugar.

No es sensato el permitir que la información electrónica nos agobie aún más de lo que ya lo han hecho las comodidades modernas. Los Amish, una pequeña comunidad religiosa en Estados Unidos, han tomado una postura extrema hacia el modernismo, viviendo como vivía la gente hace dos siglos en un esfuerzo para preservar su cultura y perpetuar su religión. Un documental cuenta la historia de una familia Amish que eliminó todas las posibilidades de caer en distracciones modernas, incluyendo las electrónicas, al no contar con electricidad en el hogar. Para la mayoría de nosotros eso sería muy radical. Una solución más equilibradas es que las familias hindúes fijen horarios establecidos para el estudio y diversión electrónica y otros horarios para la comunicación sana en persona con miembros de la familia y amigos (con los aparatos electrónicos apagados)

Recientemente una pareja joven hindú orgullosamente me dijeron que los aparatos electrónicos están prohibidos en la mesa en su hogar, una regla simple que está enriqueciendo sus interacciones y fortaleciendo sus relaciones. Un grupo de familias han controlado las distracciones electrónicas al requerir que las computadoras de sus hijos permanezcan en la sala, donde los miembros de la familia pueden supervisar. Otros han encontrado herramientas para limitar a dónde pueden ir sus hijos en línea.

Para sus devotos, Gurudeva designó al lunes como una Tarde de la Familia en el Hogar. Un tiempo para compartir entre los miembros de la familia. “En las tardes del lunes, el día de Siva, los miembros de la familia se juntan, preparan una maravillosa cena, juegan juntos y verbalmente expresan apreciación por las cualidades de cada uno. No solucionan ningún problema en ese día. Solamente se aman uno al otro, y todos tienen una voz, desde el niño más pequeño hasta la persona más mayor”. La televisión y todos los equipos electrónicos son apagados. Es un momento para escuchar, verdaderamente escuchar. El ser un buen oyente puede llevar a ser un buen conversador, otro arte fino que ha sido puesto en riesgo por la distracción electrónica.

Desarrollé una sadhana simple llamada Conversación Comprensiva para fortalecer los lazos con un miembro de la familia o amigo. Aquí está

1. Detén lo que estás haciendo cuando alguien se te acerca: sonríe, mira a la persona, saluda amablemente y dale tu total atención. Deja a un lado o apaga tu aparato móvil.

2. Escucha cuidadosamente. No interrumpas. Concéntrate en lo que se está diciendo. Si te es molesto, recuerda el dicho “busca comprender antes de buscar ser comprendido”. Involúcrate y muestra apoyo al responder de manera sincera y constructiva.

3. Especialmente si la persona está compartiendo una experiencia emocional, pídele que cuente sobre el evento. Sé paciente, escucha con todos tus sentidos. Si sientes que está tomando mucho tiempo, afirma mentalmente que tienes todo el tiempo del mundo.

4. Practica la empatía, ponte en el lugar de la otra persona. Si tú estuvieras hablando, quisieras que los demás te escucharan totalmente. Recuerda, no tienes que proveer soluciones, sólo un oído. El escuchar la historia es suficiente.

Tal vez el arte de escuchar regresará